El lavado de nariz ejerce una doble función; por un lado, arrastra parte del moco nasal hacia la vía digestiva y, por otro, hidrata el moco y facilita su expulsión por las fosas nasales hacia el exterior.
Es aconsejable realizar el lavado nasal con suero fisiológico y se deben hacer tantos como sea necesario para que el niño esté cómodo y respire lo mejor posible.
Para realizarlo correctamente el niño debe colocarse tumbado de lado, de tal manera que la mejilla se apoye en la cama. Se introduce el suero con una jeringuilla en la fosa nasal situada arriba y posteriormente se gira la cabeza del niño y se repite la operación en la otra fosa.
Es importante utilizar la cantidad adecuada para hidratar suficientemente el moco (2.5-5 ml en cada fosa nasal según la edad del niño) y administrarla con la presión suficiente para ejercer el mecanismo de arrastre.
Otra forma correcta de realizar el lavado nasal es colocando al niño sentado con la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo e introducir el suero fisiológico por una fosa nasal inicialmente y posteriormente por la otra de manera enérgica y con suficiente cantidad de suero para así poder arrastrar el moco y facilitar su eliminación.
Una vez aplicado el suero, deben esperarse unos minutos para que ejerza su acción mucolítica y proceder después a la aspiración o eliminación de las secreciones presentes en las fosas nasales.
Los aplicadores de agua marina estéril que venden en las farmacias ofrecen la ventaja de una mayor comodidad para el niño y la utilización de presiones y cantidades ya prefijadas según edad, pero son más caros y no se ha demostrado que sean más eficaces que el método tradicional.
Cómo hacer el lavado nasal a un bebé
