Para comprobar que vuestro hijo/a está tomando bien la leche materna, podéis observar que realiza succiones profundas, mantenidas y con pausas no muy largas y escucháis cómo traga si prestáis atención.
Se pueden ofrecer ambos pechos en cada toma comenzando por el que notes más lleno, pero es importante que esperéis a que suelte espontáneamente el pecho antes de ofrecerle el segundo. A veces con un pecho tienen suficiente y no quieren más.
Para comprobar que se ha quedado satisfecho podéis ver cómo suelta el pezón espontáneamente y se queda relajado, el color de su piel es sonrosado, su piel está hidratada, hace deposiciones y moja los pañales varias veces al día y además su peso evoluciona favorablemente.
Es importante que le ofrezcas tu pecho con frecuencia, incluso antes de que tenga hambre, y antes de que llore, cuando veas que abre la boca, mueve la cabeza hacia los lados o se lleva las manos a la boca.
Los recién nacidos tienen el estómago pequeño y tu leche la digieren muy rápidamente, por lo que necesitan mamar con frecuencia, lo que se denomina a demanda, al menos ocho tomas al día y es recomendable que no haga pausas de más de tres o cuatro horas sobre todo al principio. Si la pausa se prolonga, es conveniente que intentéis despertarle y ponerle al pecho, sobre todo en contacto piel con piel para estimular sus reflejos facilitando así el inicio de la toma.
Evitad dar al bebé cualquier tipo de infusión u otro líquido o suplemento alimenticio que no sea el pecho de la madre ya puede interferir negativamente en la lactancia materna, salvo que esté indicado, en cuyo caso es preferible dárselo usando una alternativa a las tetinas, como por ejemplo una cucharilla, jeringuilla o vasito, al menos durante las primeras cuatro o seis semanas de vida, hasta que la lactancia materna se haya instaurado de manera satisfactoria. Tampoco durante ese periodo se deben ofrecer chupetes.
