La innata curiosidad del niño le hará inevitable querer mirar qué hay al otro lado de la ventana.
No siempre es posible que los cierres sean “a prueba de niños” (si es que tal cosa existe), pero no le facilitemos la tarea colocando sillas, arcones, muebles bajos,… que le permitan salvar la altura. Lo mismo vale para las terrazas.
Hay que vigilar que el antepecho de la barandilla no le permita subirse a él (nuestros pies no caben pero los suyos sí). Si es así, deberíamos colocar algún suplemento bien fijado que le impida caer a la calle.