En realidad, cualquier momento es bueno para conversar sobre estos temas.
Podemos hablar con nuestros familiares y personas cercanas sobre nuestras prioridades, nuestras preferencias de cuidados, nuestras preocupaciones respecto a la salud... Esto no nos compromete a nada; sólo ayuda a conocernos mejor. Aunque se trate de escenarios hipotéticos sobre los que tener unos planes de contingencia “por si acaso”. Si queremos podemos conversar con los profesionales que nos atienden y resolver con ellos dudas que nos hayan surgido en cuanto a enfermedades, procedimientos o problemas éticos. Y si tenemos decisiones claras, y queremos, se puede quedar reflejado en nuestra historia clínica. También puede ser útil, ayudarse de documentos escritos (ver la sección “verba volant, scripta manent”).
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Durante el cuidado de un familiar enfermo.
Seguramente nos planteemos cómo nos gustaría que nos cuidaran si estuviéramos en una situación similar. Podemos compartirlo y explorar con nuestros familiares y allegados si entienden nuestra manera de pensar y se respetan nuestros valores. También podemos hablarlo con nuestro Equipo Asistencial, como explicábamos antes.
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En el diagnóstico de una enfermedad crónica.
Podemos informarnos de manera progresiva de cómo suele evolucionar la enfermedad y qué cuidados vamos a necesitar en el futuro. Compartir las preocupaciones y las preferencias de atención con nuestra familia/allegados y también con nuestro Equipo Asistencial (médica/o, enfermera/o, psicóloga/o, trabajador/a social). Podemos hablar sobre decisiones que haya que tomar en el transcurso de la enfermedad, ante eventuales complicaciones o progresiones. No tienen por qué ser decisiones definitivas, y siempre se revaluarán conforme avance la enfermedad. Podemos seguir pensando igual que al diagnóstico o cambiar de parecer, o matizar distintos puntos las veces que queramos. Durante el proceso de enfermedad cambian las percepciones, nos sorprendemos de nuestra capacidad de adaptación, en ocasiones cambian nuestras prioridades y, otras veces, las dificultades no son las que esperábamos y provienen de otros focos. La Planificación Compartida de la Atención es un proceso dinámico para acompañarnos en este proceso. No es una decisión en un momento puntual. Es una conversación que ayuda a poner en común, a situarnos y a planificar, y que actualizaremos durante el resto de nuestra vida si cambia nuestra situación, nuestro entorno, nuestras expectativas, nuestros objetivos, nuestros recursos.
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En situaciones en las que cambien nuestras circunstancias.
Cómo decíamos en el punto anterior, nuestra vida va a ir cambiando; pasaremos por distintas etapas y situaciones, por ejemplo:
- Podemos sentir que nuestra vida está en peligro al tener alguna complicación grave que requiere de exploraciones médicas o de ingreso hospitalario.
- Podemos progresivamente perder capacidades y necesitar cada vez más apoyos para movernos, asearnos, comer o expresarnos.
- En la revisión de nuestra enfermedad crónica pueden informarnos de que la enfermedad se agrava, y la evolución no es favorable. A esto lo llamamos “situaciones gatillo” porque pueden provocar una necesidad de expresar o reevaluar nuestra preocupaciones en cuanto a los cuidados que recibimos y que necesitaremos.
Si hemos hablado previamente sobre estos temas nos resultará más fácil cuando se produzcan estos cambios; pero si no ha sido así resultará imprescindible que empecemos ahora.
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Cuando afrontamos una situación de final de vida.
Esto puede ocurrir tras años de convivir con una enfermedad crónica o, en ocasiones y por desgracia, sobrevenir de forma repentina. De nuevo, si hemos hablado previamente sobre estos temas, nos resultará más sencillo, nuestras personas cercanas conocerán nuestra forma de pensar. Aun así, es bueno volver a hablar de las necesidades y preocupaciones que tenemos, puesto que podemos hablar de temas más concretos, de la realidad que estamos viviendo y no de un caso hipotético. Por ejemplo, podemos hablar de cómo nos gustaría que nos cuidasen, de dónde nos gustaría que nos atendieran (domicilio u
hospital), de si tenemos algún tema no resuelto que nos gustaría intentar abordar, de qué es importante para nosotros los últimos días, de qué nos preocupa (de síntomas, de la familia, del proceso de morir, de la muerte), de nuestras necesidades espirituales, de sedación paliativa...
También debemos saber que si en esta situación preferimos no hablar del tema y dejar que otras personas que nos conocen reciban toda la información y tomen decisiones por nosotros, se respetará y se planificará la atención con ellos