Miedo no. Respetar las dosis y las pautas prescritas por su médico sí.
Se trata de los fármacos analgésicos más potentes y necesarios para el tratamiento del dolor en muchas ocasiones. Por su mecanismo de acción, producen la llamada tolerancia (“el cuerpo se acostumbra” a su efecto a una determinada dosis y puede requerir aumentarla) y dependencia (una vez instaurado el tratamiento, no debe retirarse bruscamente, para evitar la abstinencia). Dependencia NO ES SINÓNIMO de adicción . La adicción ocurre cuando se hace un mal uso, o un abuso de estos fármacos . Un uso controlado, con una indicación concreta hecha por su médico y siguiendo las indicaciones no genera ese problema. Si el cuadro de dolor mejora, será posible bajar las dosis progresivamente hasta suspender incluso, si la situación lo permitiera.
Rotundamente SÍ.
En primer lugar, hay que respetar las pautas, las dosis y las condiciones de uso que le prescriba su médico. Cuando acuda a otro médico, o a urgencias, advierta de lo que ya está tomando , para evitar añadir antiinflamatorios y correr el riesgo de efectos secundarios. Además, hay que ser muy cautos a la hora de dejarnos llevar por recomendaciones de familiares, amigos, publicidad, ya que al tratarse de medicamentos muy “conocidos” por todos y fácilmente accesibles, no resulta extraño que, con la intención de “ayudar” se recomienden más allá de lo que el médico le ha indicado. Los “ibuprofenos”, “diclofenacos”, etc, no son inofensivos aunque los anuncien en TV. Tampoco son inofensivos si se aplican en crema o gel. Pasan igualmente a la circulación sanguínea y actúan sobre los órganos a los que pueden dañar. Estos también deben estar controladas por su médico. En determinadas dosis o si se padecen determinadas enfermedades, tienen efectos negativos sobre muchos órganos, principalmente riñones, estómago y sistema cardiovascular (corazón, tensión arterial).
Si. Esos fármacos son los llamados coadyuvantes . Se emplean aprovechando que su acción sobre determinadas zonas y receptores del sistema nervioso, modulan la percepción y respuesta al dolor. Son útiles en el dolor neuropático y las dosis a las que se usan suelen ser menores a las que se usarían si el efecto buscado fuera el control de crisis epilépticas o tratar una depresión.
Dado que actúan sobre el cerebro, en ocasiones, tienen efectos secundarios como sueño, mareos...de lo que es importante que informe a su médico para intentar evitarlos o minimizarlos.
Necesitan un tiempo para instaurar su efecto , días o semanas, por lo que hay que mantener el tratamiento, siempre que se tolere.
Como el resto de tratamientos, los resultados no dependen sólo de la técnica empleada, sino de una adecuada indicación, del momento evolutivo del cuadro de dolor, etc. Las expectativas de resultados se las debe explicar su médico. En general, los bloqueos serán eficaces en un porcentaje de casos y en muy pocas ocasiones son tratamientos definitivos, y necesitan repetirse al cabo de un tiempo, semanas o meses.