El dolor crónico implica en muchas ocasiones una ruptura de la relación con la lesión que lo originó, con extensión en el tiempo más allá de ella, intensidad mayor de lo esperable, síntomas “raros” que se suman al cuadro, que limita la calidad y el desarrollo de la vida cotidiana, el desempeño de un empleo con bienestar y satisfacción, etc. No tiene siempre una causa clara y demostrable y en ocasiones requiere un tratamiento complejo. Todo ello, afecta negativamente al estado psicológico que siempre va unido al dolor. Es frecuente sentir ansiedad, tristeza, depresión, con tendencia a perder la esperanza de una mejoría, dejando a un lado las relaciones sociales, etc. Por ello, es importante atender los aspectos psicológicos al mismo tiempo que los físicos.
No todos los dolores crónicos tienen los mismos síntomas, aunque hay características que muchas veces son comunes entre diferentes cuadros.
Dependiendo del tipo de síntomas, puede tratarse de:
A. Somático, ya sea óseo, muscular, osteomuscular, visceral.
B. Neuropático, cuando se relaciona con la transmisión del impulso nervioso del dolor, que es interpretado por el cerebro de una forma anómala. A veces está asociado a lesión de un nervio o del cerebro, después de un ictus, por
ejemplo. Otras veces no se encuentra esa lesión nerviosa que justifique lo síntomas. Este dolor presenta síntomas que son difíciles de explicar por quien los padece.
C. Mixto, cuando el dolor presenta características de ambos tipos anteriores.