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Cáncer infantil

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Mi hijo tiene cáncer, ¿qué puedo hacer?

Cuando un niño es diagnosticado de cáncer, toda su familia lo sufre. La incidencia del cáncer en los niños es muy baja. El cáncer pediátrico (de 0 a 16 años) es poco frecuente, representa sólo el 3% de todos los cánceres, con una supervivencia en la actualidad de cerca del 80%.

 

Recomendaciones para los papás:

  • Empezad desmitificando la enfermedad y desechad las falsas ideas que tenemos sobre el cáncer. Esta enfermedad es grave pero que existen posibilidades, a veces muy altas, de curación.
  • No os culpéis. Hasta donde los científicos pueden determinar, nada de lo que hicisteis o no, causó la enfermedad de vuestro hijo.
  • Mantened una buena comunicación con el equipo sanitario de cara al tratamiento y cuidado del menor. Recordad que trabajan para que este proceso finalice con éxito y sea lo menos invasivo para vuestro hijo.
  • Decid la verdad. El miedo a utilizar la palabra “cáncer” y otros términos aumentan el miedo a la enfermedad y generan inseguridad.
  • Tened calma y concederos tiempo para asimilar el diagnóstico y la nueva situación familiar.
  • Tras el shock emocional del diagnóstico, para evitar otros problemas, debéis dar prioridad a la salud general de toda la familia. Estar atentos a estos cuidados, proporciona una atmósfera que beneficia a todo el núcleo familiar.
  • Compartid esta experiencia con familiares, amigos y otros papás que han pasado por una situación similar.

 

Reacciones más frecuentes.

Recibir un diagnóstico de cáncer de un hijo supone un duro golpe que afecta a todo el núcleo familiar y que obliga a la reestructuración y reorganización de roles de cada uno de sus miembros.

 

El diagnóstico es un momento de choque e incredulidad, de no saber qué pasa. Los puntos de referencia desaparecen y uno se siente perdido, confuso y profundamente conmocionado. Así, al principio, la reacción más común es la negación de la realidad o la incredulidad.

 

Más adelante aparecen el miedo, la angustia ante la palabra “cáncer”, la culpa, la rabia, la pena, la impotencia, el desánimo… Todas, son distintas formas de manifestar la reacción ante la nueva situación y son absolutamente naturales. Además, pueden ser mecanismos de defensa para enfrentarse con una situación que nadie ha deseado.

 

Poco a poco estas emociones, se irán modificando para dejar paso a otras reacciones más adaptativas como son la adaptación, la normalización y la resiliencia.

 

Para que podáis ayudar mejor a vuestro hijo…

  • Clima de confianza

Tratad de crear un ambiente de confianza entre padres e hijos donde poder hablar de las angustias, miedos y preocupaciones que el niño y/o sus hermanos puedan tener.

  • Relaciones sociales

Continuad, en la medida de lo posible, con las relaciones con los amigos y compañeros.

  • Normalización

Cuanta más normalidad le deis al niño, mucho más relajado estará. Por eso es importante hacer los mínimos cambios en sus rutinas y en el grado en que estáis pendientes de ellos.

  • Apoyo familiar

Para dar apoyo a vuestro hijo será necesario que busquéis ayuda durante el tratamiento y sobre todo que ambos padres os mantengáis unidos y os apoyéis mutuamente.

  • Animadle en sus juegos

Por extraño que pueda parecer, los niños llevan bastante bien el tratamiento y ellos tienen la ventaja de preocuparse por jugar ante todo, a pesar que son conscientes de su enfermedad. Sin duda, animarles en sus juegos les ayuda a afrontar la situación.

  • Evitad la sobreprotección.

Es normal que al ver a vuestro hijo enfermo tratéis de ayudarle dándole más cariño, intentando evitar el sufrimiento y protegiéndole más. Sin embargo, un exceso de protección puede traer más problemas que ventajas. Por ello, si antes cumplía unas normas o hacía unas tareas, éstas deberían seguir siendo las mismas. Fomentad un comportamiento apropiado a su edad y hacedle responsable de sus acciones.

 

¿Qué pasa con el colegio y sus amigos?

Es importante que el niño continúe la escolarización en cuanto sea posible. Será el médico quien os informe de cuándo puede incorporarse.

 

La escuela es el sitio donde los niños pasan la mayor parte deldía y el contexto donde mejor socializan con sus iguales. Por eso, influye dando mayor calidad de vida. Una buena adaptación escolar, le ayudará a tener confianza en sí mismo y a sentirse mejor.

 

Para ello, AFACMUR y el Equipo de Atención Educativa Hospitalaria y Domiciliaria, ofrecen un servicio de atención educativa conjunta que consiste en un Programa de Tutorías. En un primer momento, en el diagnóstico, la maestra del aula hospitalaria y la psicóloga de AFACMUR acuden al centro escolar del menor y realizan una reunión con sus profesores y equipo directivo para explicar la situación actual. En ella, se les ofrecen pautas para actuar tanto con el niño (Servicio de Apoyo Educativo Domiciliario) como con sus compañeros.

 

Más adelante, cuando el niño va a incorporarse a las clases, y con su previo consentimiento, acuden de nuevo a su colegio. En esta ocasión, se realiza una tutoría con sus compañeros adaptada a la edad, con el objetivo de facilitar la vuelta al cole y resolver las dudas de su grupo, haciéndole partícipe de esta dinámica.

 

Un docente afectuoso y bien informado por el equipo y por los padres puede ser el soporte y la ayuda que el niño y/o los hermanos necesitan en ese momento. Si, además, los compañeros resuelven sus dudas y saben cómo ayudar al niño oncológico, aseguraremos la normalización e integración del menor en el aula y por tanto, en su vida.

 

 

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