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Información sobre los diferentes tratamientos

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El cáncer no es una única enfermedad. Existen muchos tipos de cáncer y un mismo cáncer puede presentarse de distintas formas. Actualmente hay muchas opciones de tratamiento para el cáncer. El tratamiento que recibirá cada paciente depende de muchos factores: tipo de cáncer, lo avanzado que esté, la edad y la situación general de salud del paciente, entre otros.

Los principales tipos de tratamiento del cáncer son: cirugía, radioterapia, tratamiento con fármacos (quimioterapia, terapia dirigida, inmunoterapia, hormonoterapia) o el trasplante de células madre.

Algunas personas con cáncer solo recibirán un tipo de tratamiento. Sin embargo, la mayoría reciben una combinación de tratamientos como cirugía con quimioterapia o con radioterapia.

Cuando un paciente es diagnosticado de cáncer es normal sentir preocupación y confusión. Hay muchas cosas que necesita aprender y tener en cuenta sobre su tratamiento. El personal sanitario (médico, farmacéutico, enfermera) podrá informarle sobre sus opciones de tratamiento, el manejo de la medicación y otros aspectos que pueden ayudarle a afrontar la situación.

 

 

Cirugía

 

 

Radioterapia

 

 

Tratamiento con fármacos

 

 

Trasplante de células madre

 

 

CIRUGIA

Uno de los pilares básicos del tratamiento del cáncer es la cirugía. Con este procedimiento se pretende mejorar los síntomas de su enfermedad y si fuera posible curarla de forma definitiva. El procedimiento requiere la administración de anestesia y que es posible que durante o después de la intervención sea necesaria la utilización de sangre y/o hemoderivados, de cuyos riesgos me informarán los servicios de anestesia y de hematología.

 

Cabe la posibilidad que durante la cirugía haya que realizar modificaciones del procedimiento por los hallazgos intraoperatorios para proporcionarme el tratamiento más adecuado.

Debido a que es un procedimiento invasivo, hay riesgo de que se puedan producir complicaciones, tanto durante el acto quirúrgico (sangrado, etc.) como posteriores (dehiscencia heridas, sangrado, infecciones, etc.). Los equipos quirúrgicos poseen adecuada formación y capacitación para afrontar las posibles incidencias con la mayor seguridad posible.

 

RADIOTERAPIA

La radioterapia es una técnica terapéutica basada en la administración de radiaciones ionizantes (rayos X) sobre la zona afectada por el tumor o regiones donde se sospecha que exista riesgo de que el tumor se reproduzca. Puede administrarse como tratamiento exclusivo, o como complemento de cirugía y/o de quimioterapia.

 

Existen diversos tipos de radioterapia, en su caso se utilizará un equipo productor de radiaciones (Acelerador Lineal de electrones) que se va a situar a cierta distancia del cuerpo y tiene la capacidad de girar a su alrededor mientras usted está acostado sobre la mesa de tratamiento. La dosis de radiación necesaria es variable en función de cada caso y se administra en sesiones diarias, de lunes a viernes y ocasionalmente algún sábado, de unos 10 - 20 minutos de duración, dependiendo el número de sesiones de la dosis total y el fraccionamiento elegido en cada caso.

 

Antes de empezar el tratamiento se procede a realizar una planificación del mismo, para localizar la zona a irradiar. Se realiza una Tomografía Axial a veces con contraste para distinguir adecuadamente las estructuras anatómicas y tumorales, para determinar la distribución de dosis dentro del paciente, evaluando lo que recibe el tumor, linfáticos y órganos de riesgo para conseguir el mejor tratamiento posible).

 

FINALIDAD ¿PARA QUÉ SIRVE?

La radioterapia se utiliza para destruir o al menos impedir el crecimiento y reproducción de las células tumorales presentes en el organismo, evitando en lo posible los tejidos sanos cercanos, ya que estos también reciben radiación y como consecuencia  pueden aparecer algunos efectos secundarios. Con ello se espera conseguir la curación o el alivio de los síntomas de su enfermedad. Al administrar la radiación día a día, a lo largo de varias semanas, se permite la recuperación parcial o total de las células sanas, mientras que las enfermas no lo hacen o son más lentas y tardías en recuperarse. Con ello se pretende la curación de la enfermedad o mejoría y alivio de los síntomas o molestias.

 

CONSECUENCIAS RELEVANTES O DE IMPORTANCIA

Es inevitable ocasionar toxicidades (efectos secundarios indeseables) en órganos y tejidos sanos, tanto AGUDAS (aparecen durante la radioterapia y duran varias semanas tras terminada la misma) como crónicas o TARDIAS (pueden aparecer varios meses después de la radioterapia e incluso algunos años). Durante el diseño del tratamiento se intenta que la dosis recibida por los órganos sanos sea tolerable, asumiendo un mínimo porcentaje de toxicidad, basándonos en criterios y recomendaciones internacionales. Así mismo se realizan comprobaciones al inicio del tratamiento y periódicamente durante el mismo, con la misma máquina de tratamiento, para obtener imágenes radiológicas y verificar que no se producen desviaciones relevantes en comparación con el tratamiento diseñado.

 

RIESGOS DEL PROCEDIMIENTO

La radiación puede producir efectos generales durante el tratamiento y algún tiempo después, como son: cansancio leve, pérdida de apetito, náuseas, pérdida de peso y retraso en la cicatrización de heridas abiertas. Puede aparecer una disminución de las células sanguíneas: glóbulos rojos, blancos y plaquetas. Como con la utilización de cualquier tipo de radiación ionizante pueden aparecer, en alguna rara ocasión y a largo plazo, tumores malignos secundarios.

 

Los efectos locorregionales serán consecuencia de la irradiación de los órganos de riesgo en la zona de irradiación. Por ejemplo, si se irradia el tórax pueden verse afectos el pulmón, corazón, esófago y médula espinal, así como de la piel y la región cervical o axilar en el caso que sea necesario introducirla en el volumen de tratamiento.

 

La piel y la grasa subcutánea casi siempre presenta toxicidad: deterioro de la piel, irritación y lesión de la misma, de forma AGUDA, desde un eritema leve o enrojecimiento, con picor y escozor, o descamación seca o húmeda, exudativa o necrosis, precisando curas y tratamientos sintomáticos. Concluido el tratamiento estas lesiones suelen recuperarse. A largo plazo puede aparecer toxicidad TARDIA, retracciones de la piel y ulceraciones crónicas; alopecias, edemas de piel y grasa subcutánea.

 

A veces pueden haber efectos graves, que precisen ingreso y soporte médico.

 

Un aspecto muy importante es estar en contacto con tu médico de Oncología Radioterápica. No obstante, durante el tratamiento te verá cada semana para controlar la toxicidad.

 

RIESGOS PERSONALIZADOS

La presencia de otras enfermedades asociadas, como la diabetes, hipertensión arterial, problemas arteriales, enfermedades del corazón, del pulmón, de los huesos, entre otras o la edad avanzada,pueden agravar los efectos secundarios, tanto en intensidad como en frecuencia.

 

 

TRATAMIENTO CON FÁRMACOS

La administración de medicación para el cáncer es otra modalidad de tratamiento. El objetivo es eliminar o frenar la evolución de las células del cáncer. La duración total del tratamiento depende de la tolerancia que usted tenga a sus efectos secundarios y del efecto que se consiga sobre la enfermedad. El oncólogo elige el tipo de tratamiento en función del tipo de cáncer, tratamientos previos, otras enfermedades presentes, estado general, etc. y realizará periódicamente las pruebas necesarias para valorar la evolución de la enfermedad y le informará sobre los resultados.

 

Los fármacos se pueden administrar a través de diferentes vías, pudiendo ser de forma intravenosa (a través de la punción de una vena, generalmente en el brazo), oral o subcutánea. La frecuencia de administración de cada tratamiento es variable (semanal, quincenal, cada tres o cuatro semanas...). Esta medicación puede combinarse con otros tratamientos como la radioterapia o la cirugía para aumentar el daño al cáncer. A veces junto a la quimioterapia también se administran otros medicamentos para evitar las náuseas o los vómitos (antieméticos), o para mejorar la tolerancia general al tratamiento (corticoides, antihistamínicos...).

 

La preparación del tratamiento suele realizarse en el Servicio de Farmacia del hospital para cumplir con las medidas recomendadas de seguridad y esterilidad.

 

Los fármacos orales para el tratamiento del cáncer, y algunos fármacos para el control de ciertas toxicidades, suelen dispensarse en los Servicios de Farmacia de los hospitales, donde será atendido por un farmacéutico que podrá informarle sobre diversos aspectos relacionados con el tratamiento y resolver sus dudas.

 

A grandes rasgos, el tratamiento farmacológico del cáncer se realiza con cuatro grupos de medicamentos.

  1. Quimioterapia clásica. Se utilizan fármacos o combinaciones de fármacos. La quimioterapia destruye las células cancerosas pero también afecta a las células normales del organismo provocando efectos secundarios.
  2. Tratamientos dirigidos a grupo de población concreta. Grupo de fármacos muy variados que se utilizan en tumores concretos que presentan unas características muy específicas (por ejemplo una mutación) que los hacen sensibles a ese tratamiento. La toxicidad depende del fármaco concreto y de la diana a la que afecta. Se disponen de fármacos intravenosos y orales.
  3. Inmunoterapia. Tratamiento que potencia los mecanismos propios del sistema inmunitario para combatir el cáncer. Se administra por vía venosa.
  4. Tratamiento hormonal. Se utiliza en cánceres que dependen de la presencia de determinadas hormonas para crecer, como el cáncer de próstata y, en muchas ocasiones, el de mama.

 

¿Qué toxicidad puede aparecer durante el tratamiento?

Los efectos secundarios del tratamiento ocurren por su acción sobre las células normales del cuerpo y son diferentes para cada tipo de medicamento. La aparición de estos efectos no suele indicar que la enfermedad esté empeorando ni se relaciona directamente con el efecto del tratamiento sobre la enfermedad. Durante los primeros días después de la administración del tratamiento puede notarse cierto malestar general y una menor capacidad para desarrollar las actividades cotidianas; a veces es necesario disminuir el ritmo de trabajo o aumentar los periodos de descanso.

 

La mayoría de los efectos secundarios suelen tener una duración limitada y desaparecen sin dejar secuelas importantes después del tratamiento; en casos menos frecuentes, los efectos pueden ser más prolongados. La intensidad de los efectos secundarios suele ser moderada y se alivia con un tratamiento específico o una modificación de la dosis. Con menor frecuencia, estos efectos pueden poner en peligro su vida y requieren el ingreso en el hospital.

 

Mientras esté recibiendo el tratamiento pueden aparecer reacciones alérgicas. Avise inmediatamente si nota picor, enrojecimiento, calor o dificultad para respirar. Vigile la zona de entrada del medicamento en la vena y avise si nota algún dolor o molestia local. Estas reacciones también pueden aparecer de forma más tardía, después de abandonar el hospital de día, y pueden requerir consulta en el Servicio de Urgencias.

 

Pueden producirse alteraciones del aparato digestivo: náuseas, arcadas, vómitos, dolor en la barriga, diarrea, estreñimiento; alteración del gusto, mal sabor de boca, falta de apetito, dolor en la boca o aparición de llagas o úlceras que impiden tragar líquidos o alimentos sólidos.

 

El daño sobre el lugar de fabricación de las células de la sangre (médula ósea o tuétano del hueso) puede provocar: anemia (descenso de glóbulos rojos) con debilidad, cansancio, palpitaciones, mareos, palidez en la piel; riesgo aumentado de infecciones por la disminución de las defensas naturales (glóbulos blancos); disminución de plaquetas y mayor facilidad para la aparición de hematomas o hemorragias.

 

Los efectos del tratamiento sobre la piel, el pelo o las uñas pueden ser: caída reversible del pelo, sequedad de piel, picor en la piel o en los ojos, cambios en la coloración de la piel o las uñas, mayor sensibilidad al sol; aparición de lesiones en la piel, uñas quebradizas.

 

Las alteraciones sobre el sistema nervioso que puede notar son: mayor dificultad para concentrarse, pérdida de sensibilidad en los pies o las manos, acorchamiento, hormigueos, sensación de pinchazos, menor destreza manual. En algunos casos, la recuperación de estas alteraciones puede ser lenta o persistir de manera prolongada después de finalizar el tratamiento.

 

Pueden aparecer alteraciones de la función del riñón, dolor o escozor al orinar (cistitis), cambios en el color de la orina.

 

El deseo o la función sexual pueden alterarse durante el tratamiento. En las mujeres puede perderse la menstruación, aparecer sofocos y una mayor sequedad vaginal; en los hombres puede disminuir la fertilidad. Es muy recomendable utilizar un método anticonceptivo durante todo el tratamiento y varios meses después.

 

Pueden notarse cambios del estado de ánimo, mayor irritabilidad o dificultad para conciliar el sueño.

 

El daño sobre la función del corazón puede provocar cansancio, palpitaciones, fatiga con pequeños esfuerzos e hinchazón en las piernas. Debe vigilar su tensión arterial durante el tratamiento.

 

La inflamación o el daño sobre el pulmón puede originar tos persistente y sensación de falta de aire al respirar.

 

TRASPLANTE DE CÉLULAS MADRE

¿Cómo actúan?

En algunos tipos de cáncer, y en algunas situaciones muy concretas, pueden emplearse dosis muy altas de quimioterapia o radioterapia para intentar destruir la enfermedad. Estos tratamientos suelen destruir la médula ósea del paciente, donde se producen las células llamadas "madre" que dan lugar a los componentes fundamentales de la sangre. Los trasplantes de células madre pueden actuar ayudando al paciente a que recupere su capacidad de producir las células normales de la sangre, tras estos tratamientos.

En otras situaciones, principalmente en leucemias, el trasplante de células madre puede actuar directamente contra el cáncer. Esto puede ocurrir después de trasplantes alogénicos a causa de un efecto llamado injerto contra tumor. En estos casos también se utiliza previamente quimioterapia o radioterapia, para ayudar a las células del donante a implantarse en el receptor (paciente).

 

Tipos de trasplantes

  • Autólogos, lo que significa que las células madre provienen del propio paciente.
  • Singénicos, lo que significa que las células madre provienen de un gemelo idéntico.
  • Alogénicos, lo que significa que las células madre provienen de otra persona, bien un pariente consanguíneo o bien alguien sin parentesco con el paciente. En este último caso se recurre a donantes voluntarios.

 

¿Quién recibe este tipo de tratamiento?

Los trasplantes de células madre se usan con más frecuencia para ayudar a personas con mieloma múltiple, leucemia y linfoma. Pueden usarse también para neuroblastomas y otras enfermedades menos frecuentes.

 

 

 

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