Cuando un niño es diagnosticado de cáncer, empieza un proceso en el que suelen aparecer algunos estresores importantes: procedimientos dolorosos (desde el pinchazo para una analítica, hasta la sedación para una prueba o intervención quirúrgica), un ambiente amenazante, las hospitalizaciones prolongadas, el aislamiento social transitorio, etc. En definitiva, se produce una ruptura con las rutinas del niño y de toda la familia. Todo esto genera temor y ansiedad en el menor.
En estos momentos, hemos de tener en cuenta que nuestros pacientes están en continuo desarrollo y que las estrategias de comunicación e intervención van a variar dependiendo de la edad del paciente.
¿Qué se puede hacer?
Información: normalmente, los niños entienden que algo grave pasa. En primer lugar, no se encuentran bien, empiezan a ir al médico más frecuentemente y por último se dan cuenta de la ansiedad de su familia y amigos.
Por tanto, será importante explicarles con sencillez y claridad lo que está ocurriendo. Es fundamental que no se sientan engañados porque esto disminuye el interés por el conocimiento y es importante que los niños sean curiosos para poder crecer y aprender.
Decir siempre la verdad es importante para conservar la confianza de su hijo y poder ser su apoyo cuando os necesiten. Así suelen colaborar mucho mejor con los tratamientos, lo que influye directamente en una mejor recuperación.
Normalización: cuanto menor sea la separación de su ambiente y más normalidad le demos a la situación, mejor será la adaptación y el niño estará más relajado. Conviene dar el trato de siempre, sin cambios en los horarios, rutinas, privilegios…
Apoyo mutuo: es necesario que todo el núcleo familiar reorganice sus roles y tareas. Para conseguir dar la mejor atención al niño, los padres debéis manteneros unidos y daros apoyo en relación al cuidado del niño enfermo, de sus hermanos, tareas de casa, etc. Recordad siempre que vosotros sois el mejor modelo para ellos.
Afecto: los pequeños suelen tener miedo a la separación de sus padres y al dolor, por lo que es fundamental tranquilizarlos así como mostrarles mucho cariño y pasar tiempo con él, dedicado al juego y a sus aficiones. Para ello debéis intentar mantenernos tranquilos, pensar en el presente y no dejarnos llevar por sentimientos de pena. Podéis pedir apoyo al resto de la familia y amigos para que actúen del mismo modo que han hecho siempre.
La buena adaptación a la situación de enfermedad dependerá tanto de la apreciación que vuestro hijo haga de la situación, de su personalidad, de sus habilidades para afrontar el cambio, como por supuesto, del apoyo familiar y social que le deis.
¿Cómo hablar con los niños acerca de la enfermedad?
Cada etapa de la enfermedad y del tratamiento plantean distintos problemas. Las preocupaciones de los padres a veces no se corresponden con las que tiene el niño enfermo. Por tanto, es importante diferenciarlas y respetar los tiempos que marcan los menores.
Se recomienda no adelantarnos demasiado al presente, para no generar angustia en el niño. En la mayoría de los casos, ellos comprenden y conocen la gravedad de su enfermedad con facilidad, y por ello es necesario que los padres les expliquéis los aspectos que requieren un cuidado especial por su parte y por la de los médicos.
Un niño en estas condiciones puede sentirse más seguro si le animan a que comunique sus sentimientos y sus deseos.
- Trate siempre de entender qué es lo que está preguntando su hijo y no lo que los adultos suponemos que quiere preguntar.
- Debe explicarle aquello que necesita saber para prepararse. Aquello que a pesar de no preguntar directamente sabemos que le crea ansiedad y lo que nosotros queremos transmitirle (por ejemplo antes de un procedimiento o una cirugía).
- Si no se habla de la enfermedad con el niño, éste puede tratar de explicarse sus síntomas con su propia imaginación. Puede creer que su enfermedad es consecuencia de algo que hizo mal y esto ocasionarle ansiedad e incluso sentimientos de culpa.
- Es igual de importante respetar el derecho a la “No información”. Algunos niños expresan directamente que no quieren saber ciertas cosas acerca de la enfermedad, efectos secundarios, etc. En estos casos, debemos saber escuchar, esperar y estar atentos al momento en que están preparados para empezar a recibir esta información.
- A veces las preguntas angustian, y es normal que los padres os emocionéis y no sepáis qué decir cuando el niño pregunta. No tengáis miedo a decir: “no lo sé” o “no estoy seguro” y contad con los distintos especialistas que atienden al niño para que os ayuden a resolver sus dudas.
- También es muy importante para el tratamiento que los padres seáis abiertos con vuestro hijo, en lo que a sentimientos se refiere.
- Los niños que pueden comunicarse con los adultos durante el curso de su enfermedad, tendrán una mayor capacidad para hablar después sobre cualquier crisis que se les presente.
La Asociación de Familiares de Niños con Cáncer, AFACMUR, pone a vuestra disposición profesionales de la psicología con quienes trabajaréis estos aspectos de la comunicación, los sentimientos sobre el diagnóstico; estrategias para comprender y manejar las emociones y otros recursos como los grupos de apoyo tanto en el hospital como en la sede.
Para más información, consulta www.afacmur.org o llamando a 968341848.