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Una sonrisa sana

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Cómo mantener una boca sana

A medida que nos hacemos mayores, nuestra boca va sufriendo un desgaste propio de la edad y puede verse afectada por problemas como la caries, la periodontitis o la pérdida de piezas dentales. Llevar a cabo una correcta higiene oral y acudir periódicamente al dentista son nuestras armas más poderosas para evitar que nuestra sonrisa pierda atractivo.


La mayoría de los españoles mayores de 40 años tienen algún grado de enfermedad periodontal y según el Ministerio de Sanidad y Consumo, la caries es la enfermedad más frecuente en los países desarrollados. Esto, sumado a la pérdida de piezas dentales propia a edades avanzadas de la vida provoca que la sonrisa del mayor se vaya deteriorando progresivamente con el paso del tiempo. Ponerle remedio es fácil si sabes como.

 

 

Combatir la periodontitis

Las periodontitis es una inflamación de los tejidos de soporte del diente, provocada por una gingivitis o inflamación de las encías y está producida por bacterias de la placa bacteriana alrededor del diente. Si la inflamación de los tejidos que soporta los dientes es crónica, produce destrucción y una gran movilidad dentaria que afecta a nuestra sonrisa.


En los momentos en los que no existe aún afección gingival importante, la práctica de unos hábitos higiénicos correctos suele ser suficiente para la remisión del cuadro. Para ello, se deben evitar los factores que contribuyen a su desarrollo, como la placa bacteriana y el sarro (higiene bucal deficiente, malposiciones dentales, disminución de la secreción salival).


El tratamiento de la gingivitis se basa en la reducción de las bacterias orales mediante la higiene oral por parte del individuo y la eliminación, por parte del dentista, de la placa dental, mediante raspado. Unido a esto, se aconseja el uso de colutorios para mejorar la inflamación.

 

 

Guerra a la caries y al sarro

La caries suele estar provocada por varios factores, como son la acción de las bacterias, la dieta y una cierta predisposición de nuestros dientes. Los alimentos que producen caries son aquellos que contienen azúcares, siendo más dañinos los que se toman entre las comidas y, por supuesto, si además fumamos o tomamos alcohol nuestras papeletas para tenerla se multiplican. Para darle esquinazo, es aconsejable elegir alimentos con menos cariogenicidad, como frutos secos, frutas frescas, aceitunas, jugos de frutas sin azúcar, vegetales frescos, queso, leche, fiambres, etcétera. .


El sarro dental y la placa bacteriana son otras de las amenazas que más pueden afectar a la salud de nuestra boca. El primero es el depósito de sales de calcio y fósforo que se adhiere a la superficie dental, debido a la falta de una higiene adecuada. Mientras que la placa bacteriana de los dientes está formada por bacterias. .


Tanto el sarro como la placa bacteriana se eliminan mediante el cepillado dental diario. Por ello es básico realizar un correcto cepillado de los dientes con una pasta dental adecuada, que controle con su concentración de flúor la placa bacteriana. .


Una vez que el cálculo dental está adherido a los dientes, la única manera de eliminarlo es por medio de la tartectomía. Esta técnica, realizada por el dentista en unos treinta o cuarenta minutos, consiste en un procedimiento indoloro del sarro, con el fin de eliminarlo y evitar las complicaciones. Si no se elimina el sarro de forma adecuada, la encía comienza a inflamarse, sangran y se produce mal aliento. Si esta inflamación se hace crónica, comienzan a moverse los dientes (piorrea), hasta que se caen.

 

 

El flúor, nuestro aliado

La placa se pega a los dientes y es uno de los factores más importantes en la formación de la caries. Para una correcta eliminación de la placa dental basta con un correcto cepillado durante unos minutos, abarcando todas las piezas dentales y acompañado de un colutorio con flúor que refuerce aquellas zonas donde el cepillado no alcance.


Las bacterias transforman los hidratos de carbono o azúcares de los alimentos que hay en la boca y producen ácidos que desmineralizan los dientes. El flúor evita ese proceso, confiriendo a los dientes una mayor resistencia a los ácidos. Otro de los efectos del flúor es el de disminuir la actividad bacteriana, modificando la fermentación bacteriana de los azúcares de la boca.

 

 

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