La exposición al sol cuando se realiza con precaución es beneficiosa, ya que favorece la formación de vitamina D, imprescindible para un adecuado desarrollo de los huesos.
Sin embargo también puede conllevar riesgos si no se toman precauciones: quemaduras cutáneas, insolaciones, cataratas oculares, manchas y envejecimiento prematuro de la piel. Entre un 50 y 80% del daño por la exposición solar que un individuo recibe durante toda la vida se realiza durante la infancia y adolescencia.
Los hábitos adecuados preventivos y de protección solar pueden evitar un 80% de todos los cánceres de piel.
Consejos para una protección solar adecuada:
- Reducir las exposición solar durante las horas centrales del día (12 – 16 h)
- La sombra y el uso de ropa y sombreros son la mejor forma de protección. El sombrero de ala ancha protege los ojos, la cara y el cuello.
- Usar gafas de sol homologadas (con factor de protección ocular) cuando sea capaz de tolerarlas.
- La exposición solar no solo ocurre en la playa, también en piscinas, campo, montaña, actividades recreativas al aire libre o ambiente urbano, durante la práctica de deportes, etc.
- Precaución en adolescentes que toman medicamentos contraindicados con el sol como algunos tratamientos antiacné.
- Utilizar crema de protección solar de amplio espectro con un factor de protección (FPS) 15 o superior en abundancia y cuantas veces sea necesario. Este debe proteger, al menos, frente a la radiación UVB (causante de las quemaduras solares) y UVA (principal responsable del envejecimiento prematuro de la piel.
- El uso de fotoprotectores es imprescindible pero no sustituye al resto de medidas anteriores sino que las complementa.
- Entre los 6 y los 12 meses hay que usar protectores que contengan sólo filtros físicos.
