Cuando se abandona el consumo de tabaco se deja de estar sometido a una adicción. Se sentirá libre y no esclavo. Dejar de fumar aumenta la autoestima al ser capaces de controlar la adicción.
El consumo continuado de nicotina modifica los circuitos cerebrales de recompensa “sin saciarlos” y altera la capacidad de decisión, porque es capaz de producir una adicción muy intensa, la cual conduce a conductas fisiológicas, emocionales, comportamentales y cognoscitivas, donde el consumo de un cigarrillo adquiere la máxima prioridad, mayor incluso que cualquier otro tipo de comportamiento de los que en el pasado tuvieron el valor más alto, a pesar de los problemas que su consumo le genera. En definitiva le conduce a la pérdida de control sobre su vida.