La práctica regular de ejercicio físico es una recomendación establecida para prevenir y tratar los principales factores de riesgo cardiovascular modificables, como la diabetes mellitus, la hipertensión, el sobrepeso y la dislipemia .El ejercicio físico mejorar la capacidad funcional, alivia o disminuye síntomas relacionados con la actividad y proporciona sensación de bienestar, ya que protege contra la pérdida de masa ósea, reduce los niveles de estrés y aumenta la autoestima.
La actividad física aeróbica (AF), la modalidad más estudiada y recomendada, incluye la actividad diaria, como los traslados activos (en bicicleta o andando), las tareas domésticas pesadas, la jardinería, la actividad ocupacional y la actividad durante el tiempo de ocio o los ejercicios del tipo de andar a paso ligero, la marcha nórdica, el excursionismo, el jogging o la carrera, la bicicleta, el esquí de fondo, la danza aeróbica, el patinaje, el remo o la natación. Su prescripción debe ajustarse en frecuencia, duración e intensidad dependiendo de cada paciente.
La caminata es la forma de ejercicio más natural, simple y fisiológica, empezando a una intensidad baja y avanzar gradualmente; caminar a paso más o menos vivo (5 Km por hora, es decir, 1 Km cada 12 min), más diversas actividades laborales o caseras (jardinería o labores domésticas)son suficientes para ayudar a la prevención cardiovascular. Lo que produce más beneficios para la salud es realizar AF regularmente, es decir, distribuirla a lo largo de toda la semana. Por ejemplo, 30 minutos de actividad moderada cinco días o más a la semana. Incluir la actividad física en la rutina diaria (subir y bajar escaleras, caminar hacia los lugares de trabajo, salir de compras, sacar al perro a menudo, tirar la basura, etc.) e incrementar paulatinamente la duración, intensidad y frecuencia hasta alcanzar las recomendaciones de actividad física.